Starmer se convierte en primer ministro de Reino Unido mientras el Partido Laborista británico arrasa en el poder

LONDRES — El líder laborista Keir Starmer se convirtió oficialmente en primer ministro británico el viernes, horas después de que su Partido Laborista llegara al poder con una victoria aplastante después de más de una década en la oposición.
Starmer fue elevado a líder de la nación después de una ceremonia privada con el rey Carlos III en el Palacio de Buckingham.
En la despiadada coreografía de la política británica, Starmer toma el mando en el número 10 de Downing St. poco después de que el líder conservador Rishi Sunak y su familia abandonaran la residencia oficial y el rey Carlos III aceptara su dimisión en el Palacio de Buckingham.
“Es un día difícil, pero dejo este trabajo honrado de haber sido primer ministro del mejor país del mundo”, dijo Sunak en su discurso de despedida.
Sunak había admitido la derrota más temprano esa mañana, diciendo que los votantes habían emitido un “veredicto aleccionador”.
En un reflexivo discurso de despedida en el mismo lugar donde había pedido elecciones anticipadas seis semanas antes, Sunak le deseó todo lo mejor a Starmer pero también reconoció sus errores.
“He escuchado su enojo, su decepción y asumo la responsabilidad por esta pérdida”, dijo Sunak. “A todos los candidatos y activistas conservadores que trabajaron incansablemente pero sin éxito, lamento que no hayamos podido ofrecerles lo que merecían sus esfuerzos”.
El triunfo y los desafíos del Partido Laborista
Con casi todos los resultados conocidos, el Partido Laborista había ganado 410 escaños en la Cámara de los Comunes de 650 bancas y los conservadores 118.
“Un mandato como este conlleva una gran responsabilidad”, reconoció Starmer en un discurso ante sus seguidores, diciendo que la lucha por recuperar la confianza de la gente después de años de desilusión “es la batalla que define nuestra era”.
Hablando al amanecer en Londres, dijo que el Partido Laborista ofrecería “la luz del sol de la esperanza, pálida al principio pero fortaleciéndose a lo largo del día”.
Para Starmer, es un triunfo enorme que traerá consigo enormes desafíos, ya que se enfrenta a un electorado cansado e impaciente por el cambio en un contexto sombrío de malestar económico, creciente desconfianza en las instituciones y un tejido social desgastado.
“Nada ha ido bien en los últimos 14 años”, dijo el votante londinense James Erskine, que se mostró optimista sobre el cambio horas antes del cierre de las urnas. “Simplemente veo esto como el potencial de un cambio radical, y eso es lo que espero”.
Y eso es lo que prometió Starmer, diciendo que “el cambio comienza ahora”.
Anand Menon, profesor de Política Europea y Asuntos Exteriores en el King’s College de Londres, dijo que los votantes británicos estaban a punto de ver un cambio marcado en la atmósfera política respecto de la tumultuosa “política como pantomima” de los últimos años.
“Creo que vamos a tener que acostumbrarnos de nuevo a un gobierno relativamente estable, con ministros que permanezcan en el poder durante bastante tiempo y con un gobierno capaz de pensar más allá del muy corto plazo hasta alcanzar objetivos de mediano plazo”, dijo.
Gran Bretaña ha vivido una serie de años turbulentos (algunos de ellos provocados por los propios conservadores y otros no) que han dejado a muchos votantes pesimistas sobre el futuro de su país. El divorcio del Reino Unido de la Unión Europea, seguido de la pandemia de COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania, golpearon la economía, mientras que las fiestas que rompieron las medidas de confinamiento organizadas por el entonces primer ministro Boris Johnson y su personal provocaron un enojo generalizado.